"Fueron los hombres libres los que tomaron la decisión de que un señor cuidase de ellos". Diplomáticamente, Ildefonso Falcones es capaz de plasmar la cruel pero real definición de la libertad que nos rodea. Lo hace en su novela "La Catedral del Mar". Esa bella palabra (en tiempos antaño), tan preciada y a su vez desperdiciada, se ha convertido en una palabra malsonante para los admiradores de esa "práctica", porque tal como hago mención, sobre la teoría se está divagando y llegará al desuso o mal uso del concepto.
En cuestión de una década (para mí ya), escucharemos "libertad" y diremos "ya hay aquí un hijo de puta dando por culo". Lo mismo sucede con otros conceptos, tales como los Sindicatos, que surgieron en la Revolución Industrial e hicieron una gran labor, pero que ahora los escucho y lo primero que se me viene a la cabeza son calles cortadas (y yo con prisa), megáfonos (como los de las tómbolas) y flojos. Los he echado de menos con los transportistas.
Los ecologistas. Tres cuartos de lo mismo. Gracias a ellos existe un mayor respeto por el medio ambiente, pero que si me dicen ahí hay un ecologista, se me viene a la cabeza otro porculero. A éstos especialmente los he añorado con tanto adosado y pareado anti-estético.
¿Y de las feministas? (continuará)
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